martes, 18 de octubre de 2011
El autoestopista fantasma de la carretera número dos en Puerto Rico
Publicado por Prufon el martes, 18 de octubre de 2011
17:46
Prufon
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Estaba conduciendo su automóvil desde Mayagüez, Puerto Rico, hacia su casa en Arecibo, en la noche del 20 de noviembre de 1982, cuando Abel Haiz Rassen, un mercader árabe que vive en Puerto Rico, cruzó un sector conocido como "Las Cadenas". Un hombre calvo estaba de pie al lado de la carretera haciendo autostop (pon en P.R.). Haiz Rassen observó al hombre, que tendría unos treinta y cinco años de edad y vestido con una camisa gris y pantalón vaquero pardo, y siguió adelante.Pero cuando se detuvo ante un semáforo en rojo en la siguiente encrucijada, el motor de su coche se paró. Mientras intentaba de ponerlo de nuevo en marcha, se dio cuenta de que el autoestopista abría la puerta y se metía en el automóvil.
"Me llamo Roberto", dijo el hombre al sorprendido Rassen Haiz. ¿Tendría la bondad de llevarme a mi casa, en la urbanización "Alturas de Aguada"? Hace casi dos meses que no veo a mi esposa Esperanza y a mi hijo.
Haiz Rassen se negó, diciendo que su esposa lo estaba esperando en Arecibo, pero Roberto insistió. El conductor trató de encender el motor de nuevo, y esta vez arrancó de pronto.
Convino en llevar a Roberto hasta el restaurante "El Nilo". En el curso del breve viaje, el importuno pasajero le advirtió que condujera con cuidado, que no bebiera y le pidió a Haiz Rassen que rezara por él.
Haiz Rassen aliviado se detuvo en el estacionamiento del restaurante. Unos que lo observaban de cerca lo vieron hablando animadamente, al parecer consigo mismo. Uno le preguntó si necesitaba ayuda.
"No", respondió Haiz Rassen, "pero este caballero quiere que lo lleve a casa".
Se volvió a su derecha para señalar al pasajero... pero allí no había nadie.
Se quedó tan impresionado que comenzó a enfermarse. Llamaron a la policía y dos agentes, Alfredo Vega y Gilberto Castro, lo llevaron a un hospital local, donde refirió su extraña historia.
Escépticos, pero todavía intrigados, los agentes se dirigieron a la urbanización y llamaron a la puerta de la casa donde el conductor dijo que Roberto le había indicado. Una mujer abrió la puerta que llevaba un niño pequeño en sus brazos. Cuando los agentes le preguntaron, respondió que se llamaba Esperanza y era la viuda de Roberto Valentín Carbó.
Su esposo, que era bastante calvo, llevaba una camisa gris y pantalón vaquero pardo el 6 de octubre de 1982, cuando murió en un accidente automovilístico, en el lugar exacto de la carretera donde Abel Haiz Rassen lo había visto por primera vez seis semanas más tarde...
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