Resumen:
Esta fascinante historia, la abducción alienígena del militar chileno, Cabo Armando Valdés Garrido, es un caso muy intrigante e interesante que, en mi opinión, es la abducción más significante de la historia de los OVNIs. El cabo del ejército chileno se desapareció después de un contacto visual con un OVNI mientras sus hombres, una patrulla compuesta por siete hombres, miraban. Quince minutos más tarde, él regresó con una barba de cinco días crecida y su reloj digital indicó que cinco días habían pasado. ¿El ovni que lo secuestró entraría en un túnel de tiempo?
En la noche del domingo, 25 de abril 1977, una patrulla militar chilena compuesta por ocho soldados de las fuerzas armadas de Chile estaba bajo el mando del cabo Armando Valdés Garrido. Ellos estaban en guardia rutinaria de las colinas frías de la Pampa Lluscuma en el norte de Chile, cerca de la frontera con Bolivia y Perú. El campamento estaba a unos 300 kilómetros de la ciudad de Arica, y el pueblo de Putre estaba unos cinco kilómetros (tres millas) de distancia.
La noche estaba muy fría, entre 5 y 20 grados centígrados bajo cero (entre 23 y -4 grados Fahrenheit). Los soldados trataban de escapar de la congelación nocturna tomando refugio en los establos, donde unos 360 caballos militares se encontraban. Ellos comenzaron un fuego para calentarse y alrededor de la fogata estaban el cabo Armando Valdés Garrido y soldados reclutados; Julio Enrique Rojas Suárez, Alemán Riquelme Valle, Iván Robles Mella, Humberto Rojas Véliz, y Raúl Salinas Vásquez.
De repente, poco antes de las 4:00 de la mañana, se acercó corriendo el soldado Pedro Rosales que hacia labores de vigilancia diciendo: “Mi cabo... hay una luz que se está desplazando del cielo, viene bajando...” Los militares comprobaron que esa luz estaba bajando por el cerro y se les acercó cada vez más. La luz era muy potente, de un color blanquecino, intenso que lo iluminaba todo. El pánico comenzó apoderarse de los miembros de la patrulla.
El cabo Valdés ordenó de inmediato que el fuego sea cubierto con una manta y a la vez que se formen en actitud de encadenados de los brazos. Supuestamente la luz reaccionó, alejándose y luego casi de inmediato, se acercó excesivamente a sus posición en silencio, iluminando todo el terreno. Algunos miembros de la patrulla comenzaron a rezar y a otros el pánico les hizo llorar. Ellos se paralizaron de miedo viendo el objeto acercándose rápidamente a ellos.
Cuando quince minutos habían transcurrido (a las 4:30 am), en la misma manera que él se fue, él regresó. No oyeron pasos, sino sintieron como caer un fardo o un bulto al otro lado de la pared de piedras o quizás viniera de arriba. Entonces oían a Valdés diciendo "muchachos..." antes de caer inconsciente. Los soldados lo levantaron y lo cargaron hacia el fuego, o mejor dicho lo que quedaba de él.
Mientras lo cubrían con una manta, sus subordinados notaron que cabo Valdés había crecido una barba de varios milímetros de largo, aunque todo el mundo recientemente se había afeitado. Y su reloj digital indicó la fecha del 30 de abril de 1977, cinco días después. En un estado de trance, miró a sus hombres, con ojos saltones, y les dijo con una voz extraña (no con su propia características vocales), “Ustedes no saben quiénes somos, ni de dónde venimos... pero volveremos “. Él se echó a reír y de acuerdo a los soldados tuvo unos espasmos y luchó para que lo suelten, hasta que se quedó dormido. Cabo Valdés finalmente recuperó a las siete de la mañana.
Cuando se despertó, el suboficial se sintió mejor. Su barba se mantuvo como el único vestigio de la extraña experiencia del día anterior. Su reloj digital, se detuvo a las 4:15 am (la hora exacta cuando fue abducido) y el candelario del reloj señaló el 30 de abril 1977, (cinco días más tarde), pero poco después su reloj volvió a funcionar normalmente.
Unas semanas después de la abducción, Armando Valdés Garrido fue llevado a Santiago de Chile (la capital) con el propósito de ser admitido en el Hospital Militar, aunque algunos exámenes se realizaron en el Hospital Psiquiátrico. Allí fue visto por el psiquiatra Raúl Molina Bravo, quien se ha negado contestar preguntas, debido a la confidencialidad médico-paciente.
Conclusión:
Todos los hombres, entre ellos el cabo Valdés, se afeitaron en el momento y parecía que Valdés había dejado crecer una barba de cinco días. Era como si él hubiera viajado en una dimensión diferente del espacio-tiempo de cinco días y había regresado sólo quince minutos más tarde. Entonces, lo que era quince minutos en la Tierra para sus hombres eran cinco días para Valdés. ¿Sería posible que los extraterrestres abdujeron a cabo Valdés y lo mantuvieron por cinco días, pero de alguna manera fueron capaces de regresarlo a las 4:30 de la mañana? Más importante aún, ¿fue el tiempo acelerado en la perspectiva de Valdés en los quince minutos que él desapareció? ¿Qué le parece la indicación del calendario de cinco días sobre su reloj? ¿Qué tal la barba que él creció cuando fue devuelto? Por lo mucho que me gusta leer sobre temas como el Triángulo de las Bermudas, la física cuántica, encuentros con ovnis, viaje a través del tiempo y de los seres extraterrestres, este incidente seguramente me fascina.
Esta historia está traducida aquí en inglés
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