miércoles, 30 de mayo de 2012
El OVNI que aterrizó cerca de los dibujos de Nazca en Perú de 1972
Publicado por Prufon el miércoles, 30 de mayo de 2012
23:24
Prufon
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Uno de los encuentros de OVNI más famosos del Perú ocurrió cerca de Nazca, un lugar conocido por sus enormes dibujos de tierra que sólo pueden ser vistos desde el aire a gran altura.
El 3 de febrero de 1972, temprano por la mañana, dos dueños de una tienda de alimentos, Tito Rojas y Adolfo Peñafiel partieron de su pueblo en el desierto a unos 500 kilómetros (300 millas) al sur de Lima (la capital) para hacer una entrega. Los hombres cargaron su camioneta de plataforma y viajaron bajo el sol caliente del verano que estaba alto en el cielo azul sin nubes. (Nota: En el Perú, como en otros países del hemisferio sur, febrero es un mes de verano).
Mientras conducían hacia el norte por la Carretera Panamericana, esperaban coger una brisa del Océano Pacífico abriendo las ventanas de la camioneta. El punto de vista en ambos lados del camino era un paisaje de un sólo color con arena marrón, rocas dentadas y una cordillera escabrosa a su derecha.
A medida de cruzar la desolada Pampa Carbonera al sur de Nazca, la radio del camión, que estaba sintonizada a una emisora en Arequipa, empezó a sonar mal. La música latina gradualmente se desvaneció. Ráfagas estáticas asolaron la música. Finalmente, la radio comenzó a emitir sólo estáticos, y luego se quedó silenciosa.
"¡No otra vez!" Tito dijo, y le pegó al tablero de instrumentos con su puño derecho.
De repente, el motor de la camioneta comenzó a fallar.
"¿Y ahora qué?" Tito furioso, pisoteó con fuerza el acelerador.
El motor se aceleró, pero la camioneta no respondió. Zigzagueando la palanca de cambios, Tito trató una marcha más baja, pero el motor continuó a chisporrotear y a toser. Por último, dejó de funcionar por completo y Tito dejó bajar la camioneta por el lado arenoso de la carretera.
"Puede ser el filtro de gasolina", dijo Adolfo, cuando salieron de la cabina de la camioneta.
"Creo que es la batería", dijo Tito, "La radio se apagó. Lo mismo ocurre con la luz de la puerta. Espero que sea una mala conexión."
"¿Por qué dices eso?" preguntó Adolfo.
"Porque si necesitamos agua, tenemos suficiente," dijo Tito, señalando a la bota (una especie de cantimplora de cuero utilizado para vino) que colgaba del soporte de armas. "Pero tardaría todo el día y toda la noche si tenemos que rellenarla."
Levantando el capó (cofre en México, bonete en P.R.), Tito lambió el dedo pulgar y el dedo meñique y tocó los terminales de la batería. Se sacó un grito fuerte.
"¡Madre de Dios!" Sacudiéndose la mano insoportablemente. "¡Ese no era el problema!"
Adolfo, que estaba mirando hacia las quebradas escabrosas cercas de la costa, señaló de repente, "¡Mira!"
"¿Mira qué?" Tito respondió.
"Allá en la pampa." Adolfo entrecerró los ojos contra el resplandor del sol de la mañana. "Creo que es un auto".
"¿Un auto, por ahí?" Exasperado Tito se viró hacia esa dirección. "Te estás imaginando cosas. No hay ningún modo que un auto podría haber conducido..."
Tito paró precipitadamente el hablar. Él lo había visto también; un destello plateado en el medio de las pequeñas dunas de arena. Sombreándose los ojos, añadió: "Tienes razón. Hay algo allí. ¿Qué demonio es eso?"
"Vamos a averiguar", dijo Adolfo, resbalándose hacia abajo por el terraplén de la carretera, levantando una avalancha pequeña de guijarros y arena.
Los dos mercaderes caminaron por el desierto. Cuando ellos se acercaron al sitio, el deslumbramiento del sol disminuyó, convirtiéndose en un destello brillante sobre la superficie plateada que reflejaba como un espejo de un disco grande.
La emoción hizo el corazón de Adolfo a latir con fuerza. "¡Caramba! ¡Un disco volante!"
Era un platillo volante, de acuerdo. Lo que los ufólogos llaman "un disco de la luz del día." El objeto se apoyaba en un tren de aterrizaje de triciclo. No había ninguna señal de luces, ventanas o aberturas. Más tarde describieron la nave como de 15 metros (50 pies) de largo y cuatro metros (13 pies) de altura. Su superficie estaba tan pulida que la mirada fija de los hombres revotó dolorosamente con la reflexión del sol.
En ese momento, añadiendo a su sorpresa, el ocupante de la nave estaba caminando por el frente del platillo. Adolfo describió el extraterrestre como "un hombre de estatura típica, vestido con ropas verdes por debajo de un traje espacial transparente".
Al instante Tito y Adolfo comenzaron a correr hacia el platillo. Se apresuraron al lugar para saludar al extraño visitante. Pero tan pronto como el extraterrestre los vio, detuvo su inspección de la pampa y se despegó.
El platillo se elevó en el aire con un zumbido metálico agudo, un sonido familiar para la gente que vive en la zona de Nazca, que parecería indicar que la pampa es un campo de aterrizaje para extraterrestres.
Tito y Adolfo vieron cómo el disco se elevó en el cielo a un ángulo casi vertical y desapareció. Cuando el objeto se fue, regresaron a la camioneta. En un impulso, Tito puso la llave en la ignición, bombeó el pedal del acelerador y prendió. El motor de la camioneta respondió sin vacilar. La estación de radio de Arequipa volvió fuerte y claro.
El caso de Tito Rojas y Adolfo Peñafiel fue el primer de las grandes oleadas de ovnis del Perú de principios de los años 1970. Antes de que todo hubiera terminado, los ufólogos del Perú "contaron doscientos catorce (214) 'confiables' avistamientos en 1973. En más de noventa (90) por ciento de ellos, los platillos fueron piloteados por seres que parecían humanos, excepto por su tamaño y el color de su piel. En dieciocho (18) de los casos, los pilotos parecían ser robots".
Conclusión:
El Perú es uno de las "zonas calientes" de Latinoamérica de actividades de los ovnis. Esto es porque, según algunos ufólogos, son atraídos por las Líneas de Nazca (dibujos enormes en la tierra que sólo pueden ser observados desde el aire). Esta área desolada situada en una meseta alta y árida que se extiende por más de 80 kilómetros y de 1.5 kilómetros de ancho, ha dado una impresión neta a varios ufólogos que las líneas eran pistas de aterrizaje para naves espaciales construidas miles de años atrás, por o para los visitantes del espacio. Las líneas son reconocibles como aves, peces, ballena, llamas, jaguares, monos, arañas, pájaros y plantas o figuras humanas sólo desde una gran altura. Pero ya que son tan enormes, usted no puede reconocerlas cuando está de pie en el suelo. (Véase los dibujos de Nazca abajo)
Uno de los dibujos más peculiares está tallado en la pared roja alta de los acantilados de la bahía de Pisco. Si llega en avión desde el mar, se puede divisar una figura enorme de unos 250 metros de altura a una distancia de 20 kilómetros. Esta figura se parece a un tridente gigantesco o un candelabro colosal de tres brazos que señala el camino hacia la llanura de Nazca. ¿Pero señalando el camino para quien? Tiene que ser para alguien que llega por avión desde el mar.
¿Qué locura les impulsó a crear una figura de piedra de 250 metros de alto en el acantilado rojo y por qué no es posible que las líneas de Nazca fueron creadas por la cultura Nazca para decir a los "dioses": aterricen aquí? ¿Qué uso estas líneas tienen para gente de miles años atrás, cuando sólo pueden ser vistas desde una gran altura?
El autor suizo Erich Von Däniken llevó las Líneas de Nazca a la prominencia mundial con su libro de 1968 "Recuerdos del futuro".
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