miércoles, 30 de enero de 2013
Un cubano que vivía en Venezuela se enfrenta a los extraterrestres en 1954
Publicado por Prufon el miércoles, 30 de enero de 2013
18:34
Prufon
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Usted puede haber oído
hablar del caso de abducción de Antonio Villas Boas del 1957 (Brasil) y del
caso de abducción de Betty y Barney Hill del 1961 (EE.UU.), pero ¿has oído
hablar de un intento secuestro, que se produjo mucho antes de estos dos casos
en 1954? Este incidente involucró a dos hombres que tuvieron el éxito de impedir
su secuestro luchando contra los extraterrestres. Lo extraordinario es que en
cambio un extraterrestre fue casi secuestrado por un terrícola que trató de
detenerlo y llevarlo a una camioneta. Este incidente extraño ocurrió en Petare,
Venezuela.
El 29 de noviembre de 1954, entre las 2:00 y
2:30 de la madrugada, Gustavo González, un empresario cubano de 25 años de edad
que vivía en Venezuela y su ayudante venezolano José Ponce, viajaban en la
camioneta de Gustavo dirigiéndose a la charcutería "Industria Nacional de Embutidos
C.A." o "Scheper" ubicada en la calle Bella Vista de Petare, a obtener productos para venderlos
en el mercado libre al amanecer.
Al conducir por la calle
Bella Vista, se sorprendieron al ver la calle iluminada, como si fueran las 12
del mediodía. Cuando salieron de la camioneta para ver lo que estaba
sucediendo, José de repente salió corriendo hacia la camioneta después de ver a
un ser extraño acercarse a ellos. Segundos después, Gustavo también lo vio y vaciló al principio, pero luego avanzó hacia él y envolvió sus
brazos alrededor de su cuerpo para capturarlo y llevarlo a la camioneta. Pero
el pequeño alien era bastante fuerte y logró soltarse de su llave. Cuando se
soltó, Gustavo cayó sobre el pavimento, pero logró levantarse rápido. Según
Gustavo, cuando lo alzó pesaba unos 50 kilogramos (110 libras).
Mientras seguía al
pequeño alien, se dio cuenta de algo aún más sorprendente: dos alienes pequeños
más se acercaban hacia él, uno de ellos le alumbró con un dispositivo de
linterna. Por lo visto venían para ayudar a su compañero. La luz lo cegó por
unos segundos impidiendo que vea lo que estaba sucediendo y poco después de
haber vuelto a su estado normal, agarró su cuchillo de "Boy Scout" (escultismo) cuando
vio al mismo alien que él trató de detener venir hacia él. Como cuestión de
instinto, tiró una cuchillada sobre su hombro, pero a su sorpresa, el cuchillo
resbaló sobre su piel dura como un rinoceronte, evitando
que se penetre. Cuando el extraterrestre trató de agarrarlo, se dio cuenta
de que cada uno de sus cuatro dedos tenía una garra afilada.
Mientras tanto, su
asistente, José Ponce, salió de la portezuela del lado derecho de la camioneta
y se dirigió hacia el objeto esférico, cuando de repente surgió de la vertiente derecha un pequeño
extraterrestre peludo subiendo de prisa por una cuesta empinada y cargando en las
manos juntas un montón de tierra.
Cuando el alien pequeño
vio a José Ponce venir, saltó dos metros, se metió en la ventanilla y
desapareció en el interior. Segundos después, se asomó con otro ser que estaba
armado con un tubo largo y brillante sostenido entre sus manos y señalando a
los dos hombres.
De pronto, sintieron una
vibración en todos sus cuerpos, paralizando a Gustavo y a José. Luego
observaron la esfera brillante elevándose majestuosamente y en silencio a un
punto alto en el cielo nocturno y luego desapareció.
José Ponce corrió y llegó
a la Inspectoría de Tránsito de Petare situada en la misma calle donde ocurrió
el extraño suceso. Pocos minutos después, Gustavo González llegó al mismo lugar
y después de beber un poco de agua y de recuperarse, relataron con entusiasmo lo
que había sucedido a los fiscales de
guardia. Manuel Moreno y E. Domínguez afirman que ambos entraron en su oficina
a las 2:30 de la madrugada con ese cuento, pero no estaban borrachos ni insanos. Lo que ellos dijeron y narraron era verdad, aunque asombroso estaba lleno de detalles que parecían
reales.
Su amigo José Ponce y él
eran capaces de describir a los alienígenas de esta forma; el que Gustavo
agarró era peludo, no tenía una nariz, tenía los ojos brillosos, de baja
estatura, estaba descalzo y llevaba un vestido muy extraño que parecía un
taparrabos. Él era muy ágil y fuerte para su tamaño y fue capaz de soltarse de
sus manos saltando como un gato.
Más tarde en la mañana,
el oficial Jesús Antonio Yanes expresó lo que le sucedió a Gustavo y a José era
algo muy singular. Posteriormente, Gustavo tenía un fuerte dolor en el costado
izquierdo y fue llevado a un hospital para recibir asistencia médica. A las
tres de la tarde (15.00 horas), en el hospital, tomaron una radiografía para
descartar una fractura de las costillas, pero se reveló una distensión muscular
en ese lado del cuerpo.
Tras el incidente, personas
que los conocían personalmente declararon que ellos tuvieron una experiencia
extraordinaria, pero evidentemente, han demostrado que no estaban borrachos. El
gerente de la "Industria Nacional de Embutidos C.A." o
"Scheper", Antonio Cherchi declaró que conocía a Gustavo y a José de
vista y de trato y se dio cuenta de que eran personas serias y trabajadores que
llegaban a tiempo todos los días a las dos de la madrugada a retirar sus
productos. Él reconoce además que no tenía ninguna queja ni que no había notado
algo anormal en ellos, y si ellos dicen que vieron algo o tenían contactos con
algo que les perturbó, él les cree...
Por otra parte, los
periodistas que los entrevistaron estrechamente lograron averiguar que Gustavo
y José no estaban en realidad bajo la influencia del alcohol cuando ocurrió el
incidente. Si hubiesen estado borrachos, las autoridades de tránsito les
habrían reprendido. Además, cuando Gustavo fue trasladado a la sala de
emergencias, estaba bastante nervioso y su costado izquierdo aparecía un poco magullado.
Otros testigos:
Otras personas
testificaron que habían visto u oído algo en la calle Bella Vista, entre ellos
está la Srta. María Antonieta Avellaneda
quien afirmó que ella estaba despierta entre la una y las dos de la mañana, en
el momento del incidente y sintió "algo así como
una detonación y un siseo sibilante", pero no le prestaba demasiada atención,
porque ella estaba preparando un remedio para un niño enfermo en la casa donde vive.
Asimismo, el Sr. Concepción Garrachan, que vivía en Petare, indicó que horas
antes del incidente, había visto sobrevolando al sur de Petare, "Un extraño aparato luminoso que no hacía ningún
ruido y que otras personas lo han visto también." Más tarde a las dos de
la madrugada, una explosión se escuchó en la calle Bella Vista y otras zonas
del Valle de Caracas.
El Sr. Manuel María Soria, que vivía en la avenida Sucre Nº 31, a sólo tres cuadras del lugar señalado
por los testigos del aterrizaje, declaró que cuando se dirigía a su casa a eso
de las dos y media de la madrugada en un auto de alquiler, de repente notó que
una luz potente iluminó el vehículo, obligándole a detenerse momentáneamente.
De pronto se escuchó algo como un silbido agudo, penetrante e insoportable. Puso el auto en marcha a toda velocidad y se dirigió a su
casa, donde le contó a su madre, Doña Juanita Soria, lo que había sucedido. La
señora contestó que ella había oído "algo", pero creía que "era
uno de esos aviones adquiridos por el gobierno que hacen mucho ruido".
Otro testigo referencial
fue el Dr. Julio Garcés, un laboratorista
del Hospital Pérez de León en Petare, declaró que poco después de las dos de la
madrugada del domingo, al pasar en su auto cerca de la calle Bella Vista, oyó como
un grito de terror, procedente de "una voz de chillona". Se detuvo a
ver qué ocurría, pero no vio nada. Lo único que oía eran los gritos y no sabía de
donde provenían.
Además, la Sra. Elsa Duderstadt
de la calle 9 de Los Palos Grandes, donde vivía, declaró que ella estaba en su
jardín de su casa cuando vio una luz muy brillante en dirección a Petare. La
luz era muy intensa que ascendía en forma de disco, cambiaba de tonalidad y
fulguraba por varios minutos. Su hijo Rodolfo
Duderstadt, categóricamente reiteró lo expuesto por su madre e indicó que:
"La visión que hemos tenido nos ha dado mucho que pensar, puesto que ocurrió a la misma hora que en
Petare. No sabíamos los detalles del caso hasta cuando leímos el relato
en los periódicos". La señorita Ursula
Wiede, una sobrina de la señora Elsa
Duderstadt, también tuvo la oportunidad de presenciar el extraño fenómeno.
Los vecinos de la urbanización Los Caobos que vivían a lo largo de la antigua vía férrea que conducía a la ciudad de
Petare, destacan que en esa misma madrugada y en el momento indicado,
observaron cómo una luz muy brillante pasó sobre sus casas alumbrando sus
habitaciones con destellos muy intensos. Muchos se abstuvieron a dar
declaraciones a la prensa, para evitar ser tildados de locos o ser citado por
la "Seguridad Nacional" que había realizado una averiguación al
respecto.
La Sra. Avelina Del Paso, que residía en la calle Andrés Bello, indicó
que varias unidades de patrullas
policiales y de la "Seguridad Nacional" se presentaron a la zona
imponiendo el orden e investigando en las calles, casas y en los terrenos donde
se sintió la explosión al paso de la brillante luz.
El Sr. Francisco Leal, que vivía en la calle 7, sintió la explosión al
igual que los demás residentes del sector. Varias familias enteras se encontraban
fuera de sus hogares muy asustadas, todas comentaban la posibilidad de que era
una especie de "arma" e indicaron que según las declaraciones dadas a
la policía que era una luz azulada e intensa que se difundió hacia arriba, todo
el mundo oyó el extraño ruido.
Así termina este relato de
un suceso que aún no está claro en nuestros contemporáneos informes de los
ovnis porque los medios de comunicación (la
prensa) y la ciencia no están dispuestos de exponer al público, ni quiere
estudiar, ni si quiera reconocer.
Por Nelson C. Rivera (PRUFON)
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