Debido a su
transparencia, se hicieron visibles cuatro seres que eran absolutamente iguales
a nosotros, excluyendo un detalle curioso: en lugar de dos ojos, ellos tenían un solo
ojo en medio de la frente, como un cíclope. Al menos uno de ellos era mujer,
porque a diferencia a los otros tres que no tenían pelo, esta alienígena tenía el cabello rubio bien peinado hacia atrás.
Todos estaban sentados en taburetes que tenían una sola pata. Los
asientos estaban dispuestos de un modo para que uno estuviera al frente, dos en
el medio y uno detrás. Al frente del asiento delantero había una consola que
parecía ser el panel de control de la nave.
A los pocos segundos,
después de la observación de Ronaldo, el objeto lanzó hacia abajo dos haces de luz amarilla, formando dos columnas de luz. Entonces entre estos dos haces de
luz descendió uno de los alienígenas, flotando lentamente hacia abajo. La
criatura comenzó a caminar hacia la cisterna donde el niño José permanecía con
la cabeza metida dentro del barril recogiendo el agua. Al parecer, José no
estaba al tanto de lo que sucedía. Cuando la criatura estaba a una distancia de
unos dos metros de José, él extendió su brazo dejando claro que sus intenciones
eran al menos tocarlo. Pero Fernando se desesperó e interpretó eso como una
agresión o que iba a secuestrar a José.
Sin vacilar, Fernando corrió
y saltó sobre el niño José, tumbándolo al suelo y se colocó antes de ese extraño
ser. Al instante, el alienígena se retiró y le hizo una serie de gestos a
Fernando con las manos, que fueron acompañados por los movimientos de su
cabeza. La criatura comenzó a hablar varias palabras completamente
ininteligibles. Después, el alienígena se sentó en el borde de la cisterna
frente al ovni, que permanecía flotando a baja altura. Como este ser de un solo ojo le había dado la espalda a Fernando, él agarró un ladrillo del suelo y llegó a levantar el brazo para lanzárselo a la criatura. Pero, de inmediato, el alienígena se levantó y se dirigió hacia Fernando. Un rayo de luz amarilla salió disparado de un pequeño rectángulo que estaba en el área del pecho de su ropa y se proyectó bien en la mano que Fernando sostenía el ladrillo. El ladrillo cayó al suelo e, inexplicablemente, los tres chicos estaban tranquilos y totalmente calmados en vez de correr y gritar por ayuda.
Y el alienígena
permaneció allí, frente a los tres chicos, hablando sin cesar en un idioma totalmente
incomprensible. Y fue en este momento que los chicos pudieron observar bien a
la criatura. El ser tenía más de dos metros de altura y tenía un solo ojo
grande en el medio de la frente. Su ojo era oscuro, sin esclerótica y colocado
sobre la base de la nariz. Existía la posibilidad de que se trataba de la
pupila, porque destacaba por ser más oscura. Sobre el ojo había una mancha que
parecía ser la ceja. Su cara era totalmente roja. Era posible ver algunos
dientes mientras el alienígena abría la boca para hablar. Llevaba una especie
de escafandra y tenía la cabeza envuelta en un casco redondo y transparente, a
través del cual su rostro era claramente visible. La ropa que el alienígena estaba
usando era de color marrón hasta la cintura, blanca hasta las rodillas y después
negro (como si fuera una especie de bota). Su vestidura parecía estar hecha de
cuero o algo similar y tenía varias "arrugas" en las partes correspondientes
a los miembros y al pecho. Aun así, los chicos señalaron que había una caja de color
"cobre" colocada en su espalda.
Sólo después de haber
desaparecido la nave, los chicos corrieron dentro de la casa gritando y
llamando a su madre. Doña María José, la madre de los chicos, se alarmó por la aparición de sus hijos aterrorizados
y mandó a la chica a un bar cercano para conseguir a su marido, el Sr. Alcides
Gualberto. Él, a su vez, vino inmediatamente a ver lo que había sucedido. El
Sr. Alcides Gualberto encontró que había marcas pequeñas en forma de triángulo
en el suelo del traspatio precisamente por el camino que los niños
afirmaron que el alienígena cíclope había hecho. Los niños estaban muy
asustados y se negaron a volver al traspatio por varios días.























